Se preguntó una y otra vez sobre aquella tarde. ¿Que es lo que había hecho? rememoró sus pasos, uno tras otro, los colocó en orden en su cabeza, los estudió, ya conocía los movimientos de su cuerpo, el brazo que quiso zafarse, la cadera surcando el aire en dirección contraria y las piernas que cedian ante lo inevitable, desde el suelo el cielo parecia realmente azul.
Volvió a su presente desconicido. Una mosca se le posó en la nariz, entorno los ojos y la intento mirar de frente. El insecto se fijó en la punta de su nariz. La sopló para intentar espantarla. No se marchó.
Miró al techo caian gotas de agua en un cubo mugriento, miró a su derecha, nada, miró a su izquierda, unas hileras de plastico ondeaban por el viento. La mosca no se movió. Comenzaba a picarle la nariz. Meneó la cabeza con furia la mosca desapareció. El cuello le crujió. ¿Cuanto puede vivir una persona sin beber?¿cuanto sin comer? ¿sin dormir? No recordaba nada de eso.
Solo un leve viento que en una ocasión, le rozó la nuca. La transportó a las tardes mirando el mar, desde aquel balcón pequeño.
En su presente desconocido cerró los ojos y escuchó a la mosca volar.