Las palabras que llenan la boca, la hacen añicos. Muelas apretadas, encías doloridas, y la palabra allí atrapada, golpeando el paladar, necesita resucitar.
Contundencia es lo que me diste, asimilé y me repuse de lo inesperado. Contundencia no era lo que necesitaba, por que buscaba ternura, pero parece que la ternura se vende cara, así que viniste a rozarme la cara con contundencia.
Y así es como deben hacerse las cosas, y así es como deben enseñarse las lecciones, y así es como deben de mostrarse los afectos.
Contundencia es lo que necesitaba, para concienciarme del valor de la caricia.
Mis más sinceros respetos al Bicho Bola y sus grandes enseñanzas de defensa.