El habitante mediocre no creía en las consecuencias.

"Obviaba con un leve desdén cada advertencia. Así fue creciendo llamado a ser un lider mundial. El emperador de los mediocres en el reino de la normalidad incoherente." (Exodo 3, 10)


Los hombres de miradas alegres

Mi deseo era publicar algo de Cortazar, pero da la casualidad que ya esta todo publicado, por duplicado, compulsado y con sello de fecha valida. Aún así tengo que añadir estas lineas:

"A un señor le cortaron la cabeza, pero como después estalló una huelga y no pudieron enterrarlo, este señor tuvo que seguir viviendo sin cabeza y arreglárselas bien o mal." (Acefalia)




A veces pienso que si repito tu nombre infinitas veces, perderá sentido, se dará la vuelta. Y al pronunciarlo al revés ya no será importante, ya no retumbará en mi cabeza. 

Otras veces pienso que si repito tu nombre infinitas veces, un susurro conseguirá llegar hasta tu oído y por varios segundos extendidos en el tiempo pensarás en mi, me iluminarás con tu recuerdo y renaceré en la memoria ilimitada del que piensa en el otro y se mira a los ojos dibujados en una pared. 

A veces pienso que si ocupas el tamaño aproximado, que necesita mi razón para ser escuchada en mi cráneo, es por que repito tu nombre infinitas veces, y comienza a sonar como el transcurso natural de mis impulsos, y entonces te prohibo, censuro mi propio consciente, le amenazo con razonamientos extremadamente conservadores, con días largos de tedios desmesurados y lecturas amargas sobre temáticas bochornosas.  Por unos instantes me obedece, se pliega  y me deja libre, pero como buen inconsciente sigilosamente se vuelve a apoderar de mi y cuando me quiero dar cuenta de entre la fina linea que separa mi labios burdeos, sale un suspiro que gira en el aire y forma una sola palabra, Tu nombre.

Y acompañada del compás arrítmico de ese sonido que me persigue, atormentada por la total perdida de control sobre mi, recuento mis suplicas y busco con la mirada ese hueco negro en la pared que me permite descansar, con mis ojos cerrados. Y Duermo, y no sueño, no recuerdo, no entristezco, y sin tristeza no envejezco, para poder seguir siendo el ancla firme de ese hombre de mirada alegre, que se retuerce dentro de mi boca, y me nubla, y me niega

Cuando vives con ventana a un patio, oyes las discusiones, pero también escuchas las carcajadas.