Un mundo de sol cercano y sombras alargadas
Veo las azoteas de otros edificios, miro los tejados, que cubren esas vidas, que plenas se me antojan. Y miro mas allá de las antenas, donde esta el cielo naranja. hoy la tarde se ha cubierto de un color espeso, que me embarga. Como ineludible mi pensamiento se suicida, turbio de nuevo te busca, pero ya no hay imagen a la que asirse, tanto tiempo, ha carcomido el recuerdo, aquel que con sumo cuidado guarde, envolví, mantuve. Hoy ya no habita, no resurge, es ceniza que no se mueve bajo ningún ritmo, no sedimenta.
Aturdida por la potencia de la belleza inaguantable, de lo que no quiero entender, me vendo, voy sumergiendome en el estado sencillo, en el animo natural.
Egoísta conmigo, me obligo, ya no seré feliz nunca más, convencida de la necedad de mis imposiciones. Relajo mis párpados y el llanto, ridículo, absurdo, surge de unos ojos preparados para reír.
Me es imposible cuestionarme o liberarme de tal premisa, de mi movimiento circular, que si sonrió se que no acudís a mi, nos venís traicioneras palabras. Algún día agruparé todas mis piezas valientes y en rebeldía me levantaré contra vosotras, no os necesitaré más.
He vuelto a la cocina, estaba triturando el gazpacho, no estaba prestando atención y se ha desbordado del bol, gotea del borde de la encimera, sobre mi pie.
Huele a tomate.