Estructura calcarea que se asemejaba a una estrella de mar
La historia de una piedra.
Piedra dura, partes de un todo y te conviertes en unidad, sedimento despegado vuelto a compactar. Formada de partes, partículas, reunes en tu forma, adquirida a base de golpes, la memoria prehistórica, los recuerdos del mundo, de los tiempos.
Muerta esperas, en cualquier lugar, en todas partes. Afligida por la lentitud, larga condena presa de lo inútil, del servicio ya concluso. La suerte de la mano seleccionadora, carga por sorpresa toda tu materia de una emoción. De un sentido, que no alcanzas a comprender, con paciencia vas adquiriendo esa historia, te descubres parte de una intención.
Llevas dentro de ti, sosegada emoción a miles de kilómetros de distancia, lejanía insalvable, piedra inerte, has encontrado el medio para llegar a otro destino. Y nos sobrevivirás, y llegaras más allá que todos nosotros.
Pero ya no será cerca de esa ilusión que sentiste al roce con aquella mano, ya no será cerca de esa meta que se marcó, se dibujó, y calmada formó residuo junto a otros tantos que ya se antojaban antiquísimos, como el vaivén del agua, o el rodar cual guijarro. En otro estante, junto a otra cama, adivinarás las respiraciones nuevas, los impulsos que quizá se descubren como más certeros, más puros o verdaderos.
Mientras en la espera lejanía, seguirá la mano tendida, gesto de recuerdo, de quizá lo importante fue agacharse a por ese trozo de polvo deshechado, de nada tangible, de ensoñación perdurable, e imaginería turbia en la memoria traidora. Corrupta la intención, jamás tu, piedra, siempre pura, aunque en lugar equivocado, variado el sedimento, variado el sentimiento.
No hallaras tu condición de transportadora de vibraciones, sentida realidad a asumir, por delante el tiempo de la languidez y quizás el olvido.
Fotografía Laura Lambarri
Nota a pie de página: Cortazar:
"Guijarro y estrella: imágenes absurdas. Pero el comercio íntimo con los cantos rodados acerca a veces a un pasaje; entre la mano y el guijarro vibra un acorde fuera del tiempo. Fulgurante... (palabra ilegible)... de que también eso es Beta del Centauro; los nombres y las magnitudes ceden, se disuelven, dejan de ser lo que la ciencia pretende que sean. Y así se está en algo que puramente es (¿qué?, ¿qué?): una mano que tiembla envolviendo una piedra transparente que también tiembla." (Más abajo, con tinta: "No se trata de panteísmo, ilusión deliciosa, caída hacia arriba en un cielo incendiado al borde del mar.")